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LA TRAICIÓN DE LUIS VERNET (1833)
Durante el gobierno de RAMÓN GONZÁLEZ BALCARCE (1832-1833), dos años después de que la floreciente colonia administrada por LUIS VERNET, fuera devastada por los tripulantes de la nave norteamericana «Lexington», fuerzas británicas trasportadas por la corbeta inglesa «Clio», al mando del capitán John James Onslow, el 2 de enero de 1833, desembarcan en Puerto Soledad y toman posesión de las Islas, en nombre del gobierno de su majestad británica.
La ocupación por la fuerza de las islas Malvinas por parte de Gran Bretaña en 1833, está íntimamente asociada a la acción de un personaje que paradójicamente, ejerció como funcionario argentino el cargo de Comandante Político y Militar y después como Gobernador del Archipiélago.
Ese hombre fue LUIS VERNET, un comerciante y aventurero nacido en Francia y de ciudadanía alemana, que había hecho una fortuna como comerciante en Hamburgo. Casado con una dama de la sociedad porteña, en 1822 se había instalado en Buenos Aires.
En 1823, al ser designado PABLO AREGUSTI primer gobernador de las islas Malvinas, VERNET obtuvo una concesión de tierras y derechos a la explotación de las pesquerías y el ganado en dichas islas.
En 1826 instaló en “Malvinas Este” el núcleo inicial de una colonia y obtuvo posteriormente la concesión exclusiva de las pesquerías. Con el correr del tiempo el establecimiento de VERNET prosperó y en 1829, vista la dedicación y esfuerzos realizados por este hombre, para hacer efectiva la ocupación soberana de estos territorios, las autoridades de Buenos Aires, resolvieron dar por finalizados los servicios de AREGUSTI y darle el gobierno político y militar de las islas a VERNET.
En ese momento, VERNET se encontraba en Buenos Aires reuniendo material y gente para llevar a cabo la expansión de la colonia y durante su estadía en la ciudad –y antes de ser nombrado gobernador–, sostuvo una entrevista privada con el cónsul británico, WOODBINE PARISH, a quien, entre otras cosas, le dio a entender que “estaría muy contento de que el Gobierno de Su Majestad británica tomara la colonia bajo su protección”.
En una carta fechada el 25 de abril de 1829, PARISH comunicó esta insólita noticia a su gobierno, adjuntando un extenso memorándum con los informes de VERNET sobre las ventajas que las Malvinas ofrecían para el establecimiento de una próspera colonia. Entre estos informes figuraba el siguiente: “También creía (Vernet) que si con la ayuda de algún Estado pudiera establecer la facultad de fiscalizar las pesquerías de la costa, lograría, en su condición de concesionario, obtener un beneficio sustancial de las focas…”.
La “ayuda de algún Estado” era una clara referencia a la protección británica. Las sugerencias e informes de VERNET, enviados por PARISH a Londres en el mes de abril, se vieron reforzadas por una carta que recibió posteriormente el Foreign Office, firmada por un señor BECKINGTON, súbdito inglés, radicado en estas colonias.
El desconocido personaje urgía al gobierno inglés a establecer una colonia en las Malvinas, destacando la importancia que tenían las islas para fortalecer el poderío naval de Gran Bretaña, eliminar la piratería y facilitar la pesca de ballenas. La reacción del gobierno inglés no se hizo esperar.
El 8 de agosto, el ministro ABERDEEN cursó una nota a WOODBINE PARISH, ordenándole que protestase ante las autoridades argentinas por los actos de soberanía que habían llevado a cabo en las Malvinas.
En noviembre de 1829, PARISH cumplió con la orden, trasmitiéndole al ministro TOMÁS GUIDO las protestas del gobierno de su majestad británica por las acciones “cumplidas sin referencia a la validez de las pretensiones que Su Majestad constantemente afirmó a la soberanía de las islas, acerca de lo cual, no se haría ninguna objeción…”.
VERNET recibió la designación oficial de gobernador de las Malvinas, el 10 de junio de 1829 y asumió el cargo el 30 de agosto del mismo año. (Posteriormente el comerciante hamburgués escribiría a WOODBINE PARISH, diciéndole que había aceptado el cargo, sólo para impedir que lo ocupase un ciudadano argentino, y que su actuación había sido para su “lucro personal”).
Su interés principal, en esos momentos, era valerse de la nueva autoridad de la que estaba investido, para afirmar en las islas la exclusividad de sus derechos de pesquería, frente a los pesqueros que frecuentaban las aguas del archipiélago.
Esta resolución dio lugar al incidente con las naves pesqueras norteamericanas, que culminó con la agresión de la fragata Lexington a Puerto Soledad.
Cuando se produjo el ataque de la Lexington (diciembre de 1831), VERNET se encontraba en Buenos Aires. Allí volvió a entrevistar a WOODBINE PARISH, a quien repitió sus insinuaciones referentes a la posibilidad de que Gran Bretaña se adueñase de las Malvinas.
Con tal fin, entregó al cónsul otro largo memorándum, donde destacaba, para información del gobierno inglés, la vital importancia de las Malvinas como el mejor puerto de recalada en la ruta de navegación interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico, señalando, además, los recursos con que contaban las islas para abastecer de víveres frescos a las tripulaciones de los barcos.
Este memorándum fue enviado por PARISH a Londres, donde hoy se conserva en los archivos del Foreign Office. VERNET no se limitó a esto. En ese mismo año de 1831, hizo una gran concesión de tierras malvinenses al teniente WILLIAM LANGDON, de la marina real británica.
LANGDON, en una carta que el 20 de enero de 1832, dirigió a sus superiores del Almirantazgo, informó que “por una conversación que mantuve con el señor Vernet sobre este asunto, estoy autorizado a decir que no se haría ninguna objeción a que el Gobierno británico ocupara las islas”.
Incitadas por los últimos informes de VERNET, que mencionaban la excepcional riqueza pesquera de esas islas y preocupadas por la intervención norteamericana en el estratégico archipiélago (incidente con la «Lexington» el 31/12/1831), el gobierno de Gran Bretaña, que desde muchos años atrás, venía disputando a España la posesión de las Islas Malvinas, se mostró decidido a no permitir que la Argentina ejerciera sus derechos de soberanía sobre el archipiélago malvinense, e informado del nombramiento de FRANCISCO METIVIER como nuevo Gobernador de las Islas (agosto de 1832), resolvió proceder, sin más tardanza, a concretar la anexión.
Ese mismo mes y año, el Almirantazgo presentó al Foreign Office, para su aprobación, un proyecto de orden destinado al jefe de las fuerzas navales en el Atlántico Sur, en el cual se le indicaba que tomara medidas para ejercer periódicamente el derecho de soberanía de su Majestad en las Islas Falkland.
La orden fue aprobada por lord PALMERSTON y el 30 de agosto, fue cursada al contralmirante BAKER. Cuando éste la tuvo en sus manos en Río de Janeiro, el 28 de noviembre, ordenó el envío de un navío de guerra fuertemente artillado para apoderarse del archipiélago por la fuerza.
En consecuencia de dicha orden, la fragata «Clío», al mando del capitán JOHN JAMES ONSLOW, se dirigió a las Malvinas y el 2 de enero de 1833 se presentó en Puerto Soledad, donde se encontraba fondeada la goleta argentina “Sarandí», comandada por el teniente coronel JOSÉ MARÍA PINEDO (éste había conducido a las Malvinas a ESTEBAN MESTIVIER, el nuevo gobernador designado para reemplazar a Vernet y que había fallecido a poco de llegar, asesinado por un grupo de amotinados).
El capitán ONSLOW desembarcó en “Puerto Soledad” e informándole al capitán PINEDO que había llegado con el objeto de tomar posesión de las islas en nombre de Su Majestad británica, invocando un derecho de soberanía que sólo tenía por razón sus poderosos cañones apuntados contra una débil población, le exigió que procediera a arriar la bandera argentina y retirarse (ver Las Islas Malvinas. Cronología de un despojo).
PINEDO protestó enérgicamente contra el atropello y se negó a arriar su pabellón. Ante esta actitud, al día siguiente, los británicos decidieron un ataque a las posiciones argentinas.
Un pelotón de infantes de marina desembarcó en Puerto Soledad y forzando la guardia, procedió a arriar la bandera argentina y a enarbolar la propia. PINEDO, sin fuerzas para resistir el ataque, reiteró sus protestas y sin combatir, zarpó con su nave, después de recibir de los ingleses la bandera nacional. LUIS VERNET, ex Comandante militar y político del archipiélago, escribiría posteriormente al gobierno inglés, solicitando que se le reconociese su vieja concesión, para levantar una nueva colonia bajo el dominio británico. Su requerimiento empero, no fue atendido.
Esta ocupación, ilegal y violenta, fue desconocida por el gobierno de JUAN MANUEL DE ROSAS. El ministro de Relaciones Exteriores, MANUEL V. MAZA, envió una circular a las cancillerías americanas dando cuenta de los hechos.
Bolivia y Brasil se apresuraron a expresar su solidaridad y el 17 de junio de 1833, el representante diplomático argentino en Londres, doctor MANUEL MORENO, presentó una protesta oficial ante lord PALMERSTON, Primer Ministro de Gran Bretaña y el 18 de junio hizo insertar en «The Times», un mensaje del gobierno de Buenos Aires, denunciando el atropello cometido por las autoridades británicas.
Desde entonces la Argentina ha insistido, sin mucha coherencia ni continuidad, con sus reclamos reivindicatorios apoyada por gran número de países del mundo, que se oponen a la política de coloniaje del gobierno de Gran Bretaña.