UNA FEROZ ESPECULACIÓN (1886)

Entre los años 1886 y 1890, la emisión de Cédulas Hipotecarias tuvo una estrecha vinculación con una exorbitante especulación con bienes inmuebles, tierras y propiedades urbanas, que afectó la economía del país.

Las Cédulas eran papeles emitidos por el Banco Hipotecario de la  Provincia de Buenos Aires y el Banco Hipotecario Nacional, que redituaban interés fijo pagadero en pesos papel y que se colocaban en el mercado interno y en el exterior. Se emitieron también Cédulas pagaderas en oro, pero representaban sólo una pequeña parte del total.

Los Bancos estaban autorizados para prestar dinero a través de estas Cédulas, hasta la mitad del valor de la tierra ofrecida como fianza.

La Cédula representaba una promesa del Banco de pagar los intereses y el capital establecidos en el papel, de manera que el Banco era el deudor general de los poseedores de Cédulas y. a su vez, acreedor de las personas que daban en prenda su propiedad.

El prestatario tenía obligación de pagar al Banco el capital y los intereses establecidos, ya sea en dinero nacional, ya en Cédulas. Las Cédulas podían asegurarse con cualquier tipo de bienes raíces y se podían obtener préstamos sobre propiedades de la ciudad o sobre campos.

Es fácil ver hasta qué punto este tipo de Título se prestaba al abuso, incitaba a la especulación y promovía la inflación. Una vez que estuvo en circulación un gran número de Cédulas, las ventajas de un papel sujeto a la inflación, muy pronto fueron muy grandes para las clases destinatarias de los préstamos,  que en la Argentina estaban representadas por los intereses rurales, que eran todopoderosos en los círculos políticos.

Los préstamos permitieron a sus beneficiarios adquirir más tierras para ofrecer como fianza de más deudas. Las nuevas adquisiciones de tierras, hicieron subir los precios de éstas y a medida que el valor de las tierras aumentaba, incrementaba automáticamente la capacidad de los propietarios para adquirir nuevas  deudas.

“Probablemente nunca se inventó un instrumento de especulación más eficaz que esta Cédula”.  Al acercarse al vencimiento  de los  préstamos, los beneficiarios tenían las más poderosas razones para hacer bajar el precio de las Cédulas, a fin de poder adquirirlas a bajo precio y satisfacer con ellas los pagos al Banco. Estas Cédulas también viajaron  al exterior, sin embargo, hasta 1888 no aparecieron en el mercado inglés.

Es muy probable que- nunca sea posible calcular con  exactitud la cantidad de  dinero  invertido  por el público  británico  en esos bonos, pero existen muchas pruebas para  suponer que en 1890,  se invirtió más dinero en Cédulas que en servicios urbanos o públicos o en empresas industriales o bancarias.

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