INSURRECCIÓN DE CANGALLO (17/01/1821)

El 17 de enero de 1821, por tercera vez, el pueblo de Cangallo, en el Alto Perú, unido a los indígenas de Huamanga, se levantó en armas contra el poder español..

El jefe realista CARRATALÁ acudió a sofocar la sublevación jalonando su camino  con incendios y ejecuciones. Cangallo, según sus propias palabras  “quedó reducida a cenizas y borrada para siempre del catálogo de los pueblos”.

El 2 de enero de 1821 había estallado en Potosí (Alto Perú), una sublevación contra el poder español, que rápidamente fue sofocada por el brigadier MAROTO, en esos momentos, Presidente de Charcas.

Pero la insurrección tomo nuevas fuerzas y esta vez fue en Cangallo, donde el 17 de enero del mismo año, el pueblo, unido a los indígenas de Huamanga, volvió a levantarse en armas.

Rápidamente el general CARTALÁ marchó hacia allí  para aplastar esta nueva insurrección, dejando en su camino aldeas incendiadas, pobladores colgados a la vera del camino y el dolor por doquier.

Llegado a Cangallo produjo una terrible matanza y todos los edificios fueron incendiados, algunos hasta con sus pobladores  adentro. Cangallo, según las propias palabras de CARTALÁ “quedó reducido a cenizas y borrado para siempre del catálogo de los pueblos”, en castigo de su rebeldía.

Poco después,  el propio virrey DE LA SERNA aprobó lo actuado por el general español y por decreto, prohibió que en el futuro se levantasen nuevas edificaciones en esos terrenos devastados.

El 26 de enero de 1822, el gobierno del Perú, ordenó que se levantase en el lugar, un monumento en honor de la heroica defensa de la villa que habían protagonizado sus habitantes (ver Revoluciones, motines y sublevaciones).

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