JUAN LARREA Y LA ESCUADRA DE GUILLERMO BROWN (09/04/1818)

JUAN LARREA se pone al frente del proyecto que buscaba dotar con una escuadra naval al gobierno de Buenos Aires y hasta pone en juego su fortuna personal para lograrlo.

JUAN LARREA, designado ministro de Guerra en diciembre de 1813 por el Director Supremo POSADAS, llevó a cabo, junto con GUILLERMO WHITE, la formación de la escuadra que comandó luego GUILLERMO BROWN y con la modestia de los grandes hombres, vuelca en White todos los méritos de esta gestión, en una carta que le mandara a éste el 9 de abril de 1818 diciendo:

«Cuando en diciembre de 1813, por renuncia del señor JOSÉ JULIÁN PÉREZ, fui nombrado individuo del Poder Ejecutivo, de las Provincias del Rio de la Plata, éstas presentaban un cuadro verdaderamente triste».

«El  Ejército expedicionario al del Perú, mandado por el general BELGRANO, habia sido completamente derrotado en Vilcapujio y venia retirándose hasta Tucumán. La Plaza de Montevideo tenía una guarnición doble en número al ejército que la sitiaba y nada indicaba que pudiese ser tomada, porque no tenía el Gobierno de Buenos Aires, con qué batirla en brecha, pues no tenia cañones, y en los almacenes de artillería apenas había 200 quintales de pólvora».

«El coronel ARTIGAS, en guerra abierta con Buenos Aires, había revolucionado y era obedecido en todo el territorio de la que se llama la Banda Oriental hasta el Paraguay».

«El reino de Chile se hallaba atacado por las tropas de Lima y las divisiones intestinas que lo agitaban, anunciaban ya de antemano la ocupación que aconteció poco después. El tesoro de Buenos Aires agotado. y su crédito enteramente perdido. Por último, en lugar de la confianza que es necesaria para salir de los grandes peligros, se notaba un desaliento general».

«En tan críticas circunstancias, conocí que era preciso concentrar los esfuerzos disponibles y poniendo en movimiento cuantos recursos se presentasen, dar un golpe a los enemigos que, desembarazándose de ellos, restableciese la confianza, y pusiese al Gobierno en estado de proseguir la guerra con nuevo vigor y con esperanzas probables de un feliz resultado».

«Discurriendo con Usted sobre tan importante objeto, buscamos el punto donde el enemigo pudiese ser atacado con más prontitud y nos convencimos de que era Montevideo, siempre que fuese posible armar una tuerza naval que, batiendo a la que los enemigos tenían en el Río de la Plata, la obligase a encerrarse en su Puerto, y lo bloquease estrechamente».

«Aunque era fácil convenir en acierto del proyecto, parecía imposible que pudiesen encontrarse los medios necesarios para realizarlo. La Marina de Montevideo era numerosa y Buenos Aires sólo tenía una balandra despreciable y el lanchón del Capitán del Puerto. En el arsenal no habla más que 30 entre cañones y caronadas de diferentes calibres y muy usados».

«No había absolutamente jarcias, lonas ni cables. Escaseaban los fusiles, no había pólvora y se ignoraba de dónde se sacarían marineros y oficiales de mar. Confieso que arredrado por el cúmulo de dificultades que se presentaba, habría abandonado el proyecto creyéndolo irrealizable si el genio de Usted no me hubiese persuadido que no le faltarían recursos para superarlas».

«Convencido de que todo era menester crearlo y autorizado por mis colegas del Ejecutivo con la plenitud de sus facultades, le conferí a Usted las más amplias facultades para que emprendiese el armamento».

Buenos Aires vio con asombro, que cuando a fines de marzo de 1814 se comenzó a hablar seriamente de esta empresa, aparecieron ya armados y como extraídos del seno del mar, una porción de buques, entre los cuales había algunos que en el mes de diciembre de 1813 estaban aún en los mares de Europa. Esfuerzo prodigioso debido a la constancia, actividad e inteligen­cia con que Usted desempeño esta comisión (ver Primeras escuadras navales argentinas).

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