EL MERCADO DE LINIERS (01/05/1901)

Al inaugurarse el Mercado de Liniers, en 1901, se abrió una etapa crucial para la comercialización de la producción ganadera. Quedaban atrás los avatares vividos desde que muy poco después de la Segunda Fundación de Buenos Aires, se instalaran los primeros corrales de la entonces flamante aldea.

La actual superpoblación automotriz del espacio limitado por las actuales calles Rivadavia, Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini y Cerrito, hace difícil imaginar que fue allí dónde se ubicó el primer antecedente del mercado concentrador de hacienda de Buenos Aires.

Casi enseguida, en 1607 (plena época colonial), el Cabildo dispuso la creación de un corral en un perímetro cercano al anterior: era el que delimitan hoy  las calles Chacabuco, Hipólito Yrigoyen, Piedras y Rivadavia. No lo preveían, claro, las vacas del siglo XVII, pero los criollos más lúcidos de entonces barruntaban ya, que en un territorio privilegiado por la extensión y la riqueza de su tierra, la ganadería tenía asegurado un destino promisorio.

Un siglo y medio después, creado ya el virreinato del Río de la Plata, la perspectiva de una posición líder en el panorama internacional era, aunque remota aún, una posibilidad avalada por el desarrollo sostenido del incipiente sector ganadero.

Se dictaron entonces las primeras reglamentaciones tendientes al mejor abastecimiento de carnes destinadas al consumo de la población. Había, a la sazón, tres mataderos oficiales: el Santo Domingo (o Sud), el Recoleta (o Norte) y el de Miserere (o centro).

Más tarde, mediado el siglo XIX, se dispuso centralizar los primitivos corrales y mataderos y, en 1872, se realizó la concentración en los corrales del Sud, que estaban situados en lo que es hoy Parque de los Patricios.

La gran plaza ganadera
Y llegó al fin el toque definitivo: el 1º de mayo de 1901 se habilita en el barrio de Mataderos, el actual emplazamiento del “Mercado Nacional de Hacienda”, más conocido como “Mercado de Liniers”.

Surgía, pues, lo que sería el centro de comercialización pecuaria por excelencia, tanto por sus volúmenes operativos como por la amplitud de sus actividades. Según recordó JUAN CRUZ JAIME, historiador del Centro de Consignatarios de Productos del País, la iniciativa de su fundación se remonta a 1884, cuando se planea hacer un gran mercado de hacienda en terrenos que pertenecían a descendientes del virrey Del Pino.

“El proyecto, contó, se fue estirando hasta que en 1900 se faena, en la actual ubicación del mercado, el primer animal”, pero como faltaba entonces adoquinar algunas calles, la inauguración oficial del Mercado Municipal de Hacienda, con funciones de concentración y faena, no tuvo lugar hasta el el 1o de mayo de 1901.

En 1903 una gran inundación, por desbordes del arroyo Cildañez, por entonces mal drenado, puso en peligro la vida del mercado y murieron numerosos animales. Luego, las excavaciones para mejorar el cauce impidieron la repetición de un accidente semejante.

Arreos y transacciones
«Al poco tiempo -señaló JUAN CRUZ JAIME-, todo el engranaje co­mercial que va desde la llegada del animal vivo hasta la distribución en las carnicerías funcionaba ya a la perfección”. “Las reses -rememoró- se faena­ban en una gran playa empedrada y un transporte de carnes, inaugurado especialmente para eso, llevaba su carga desde el mercado hasta Rivadavia y Lacarra, desde donde el frigorífico “Anglo Argentino” la distribuía en el mercado interno”.

El Mercado de Liniers otorgó una vitalidad especial al barrio que lo circundaba, que adquirió a partir de ese momento pintorescos perfiies. La zona comenzó a ser conocida como “Nueva Chicago”, debido a que se consideró que la modernidad de las nuevas instalaciones otorgaba al lugar la pujanza de las construcciones norteamericanas.

En 1925 VÍCTOR DÁPICE fundó “Radio Información”, que transmitía las cotizaciones desde dentro del mercado, y que, comentó Jaime, “acercó Liniers a las más apartadas localidades, una invalorable tarea que continúa aún como consecuencia de la permanente atención del hijo del fundador y de Patricio Martínez Crinigan”.

En los primeros tiempos funcionaba dentro del Mercado una sucursal del Banco de la Nación, una pequeña y pintoresca casilla, que fue restaurada en 1992. El Monumento al Resero, del escultor SARNIGUET, emplazado en la entrada del Mercado e inaugurado en 1934, se convirtió en un símbolo de esa actividad que comenzó a progresar a pasos de gigante (Hasta aquí, copia de una nota firmada por B. Vedia Olivera, publicada en el diario La Nación)

“El recado  corto, la cola del caballo tusada al marlo, el pañuelo tendido y el cheleco  corralero con los extremos redondeados, cosa que la rastra quede bien a la vista. Toda una estampa de un tiempo que aún perdura. De hombres que en los amaneceres de Liniers y de milongas corraleras, más bien orilleras, casi arrabaleras, traen recuerdos de otros tiempos y otros nombres, mientras entre los bretes, siguen vivas las tradiciones de peones, gauchos y antiguos reseros y las figuras de los hombres que de a caballo, siguen mostrando los lujos de las pìlchas camperas”.

Es que todo quiere seguir igual. Como cuando las calles eran de tierra, los bretes amplios y de palo a pique y en el boliche de ESCANDÓN MALAQUÍA, esperaban el puchero, la tira de asado  y el matambre que se servían durante las 24 horas, Era cuando se vendían 25.000 cabezas todos los días y el trajinar de los peones y delos nocheros, era contínuo dentro de los Corrales, porque así se conocía el Mercado de Liniers.

Épocas en que las tropas venían en arreos y los gauchos, que desde lejos llegaban reserando, a veces alardeaban contando que la hacienda no había perdido ni un kilo en el camino y hasta se largaban a decir que la traían más gorda que como había salido del campo.

Y para ellos era un orgullo llegar a a Buenos Aires, un lujo que se permitían, dejando por un tiempo las casas, para otra aventura que tenía que ver con sus corazones independientes. Como decía VICTORINO NOGUEIRA, arriero de los GÜIRALDES:

«El día de la partida/ ya le empiezan a encargar. Si es mujer, algún collar/ o un bonito costurero/ Si es varón, algo de aperos/ y en fin, otros mil encargues/ y con tal de que lo larguen/ les promete el mundo entero”.

Después vino el ferrocarril y, finalmente, los camiones jaula. Pero como conservando esas cosas del pasado, todavía, los camioneros, como si fueran los reseros de antes, llevan una licencia en la que se lee: «Acarreador de hacienda».

Por el mercado aún se ven imágenes que resumen todo, como una figura que en las mañanas recorta el sol y que es nada menos que la de JUAN CARLOS MARAÑÓN, todo un símbolo del mercado que de a caballo aún sigue sacando hacienda para los embarques. Moviendo con destreza a su montado sobre los adoquines, continuando con su espíritu costumbrista y sus mentas de domador.

Contaba ESTEBAN D’APICE, histórico cronista del diario La Nación, que hace medio siglo que anda entre los corrales y aún recuerda aquellas épocas de opulencia carnicera: «No había, como ahora, terminales de computación conectadas directamente con la Redacción. Había que escribir a máquina, correr hasta la linotipo y llevar al plomo el resumen de las ventas, que ocupaban toda una página del diario.»

“Y entre los gauchos se mezclaban los gringos, representantes de frigoríficos extranjeros. A veces con un panamá o un sombrero de explorador y la sonrisa repetida de nuestros paisanos. Y los peones que no contaban con muchos lujos, los días de lluvia se envolvían las alpargatas con arpillera y un diario viejo debajo del poncho era “mejor que cualquier tricota”.

Pero todos eran excelentes jinetes y andaban a las corridas sobre los adoquines, dando vueltas sobre las patas sin escatimar destreza. Todavía andan, como en las madrugadas, siguen masticando un bife en lo de MALAQUÍA y los domingos, cuando el martillo del rematador descansa, se juntan para ir a la Feria de Mataderos, donde todavía, aunque al Mercado ya no llegan aquellos orgullosos reseros, felizmente, se vive el aroma del campo en Buenos Aires”.

Los consignatarios
Gauchos, arrieros, reseros, peones, despostadores, nocheros  y rematadores, entremezclados todos en la dura tarea de mantener vivo el Mercado, saben que sin la presencia de otro personaje, vanos serán sus esfuerzos, si como resultado de ellos, los productos de su faena, no llegan  al destino que le está marcado.

Son los “consignatarios”, el eslabón que faltaba considerar  en este tan peculiar mundo del mercado de hacienda. Ya en tiempos de la Colonia, cuando el negocio ganadero lo explotaban las “vaquerías”  vendiendo el cuero y el sebo de la hacienda cimarrona  que se cazaba a campo abierto y sin ninguna restricción, existía la figura del “consignatario”, que era el encargado de comercializar esos productos y otros frutos del país (lanas, cerdas, pelos de nutria, plumas de avestruz y otros, además del cuero y el sebo vacuno).

Y cuando la carne pasó a ser el producto principal y de mayor importancia económica en este tráfico, “el consignatario” siguió siendo el nexo natural entre el productor y la cadena de comercialización.

Cerramos así este círculo en cuyo centro está el Mercado de Liniers, alrededor del cual giran, tratando siempre de seguir siendo fieles a sus tradiciones, una serie de personajes que conforman un mundo que se mantiene vivo desde el siglo XVII, con los mismos códigos y pasión por lo que hacen.

QUE SE SEPA…TAN MENTADO ERA JUAN CARLOS, QUE UN DIA ME APARECI A CONOCERLO. FUI  AL MERCADO Y LE DIJE: QUIERO TENER UN CABALLO AMANSADO POR UD.
SERIA UN HONOR PARA MI (HACÍAN COLA PARA QUE LES AMANSE). SIN CONOCERME,ME DIJO: TRÁIGALO NOMAS. SE LO MANDÉ DESDE 25 DE MAYO. ERA  UN BAYO ENCERADO CRIOLLO PURO. FLOR DE PINGO ME SACÓ. CUANDO ME LO ENTREGÓ, LE PREGUNTE CUÁNTO LE DEBÍA, NADA, ME DIJO. EL HONOR FUE MIO. JAMÁS OLVIDARÉ ESTA ACTITUD. SIN CONOCERME, SE DIO CUENTA QUE LE HABLÉ CON EL ALMA..NO PAREN MAS LAS VIEJAS,  PAISANOS COMO JUAN C. MARAÑON. ESTAS COSAS NO SE SABEN.» (ENVIADO POR QUICO VICECONTE , 25 DE MAYO).

4 Comentarios

  1. JULIO VICECONTE

    QUE SE SEPA…TAN MENTADO ERA JUAN CARLOS QUE UN DIA ME APARECI A CONOCERLO AL MERCADO,LE DIJE:QUIERO TENER UN CABALLO AMANSADO POR UD.
    SERIA UN HONOR PARA MI (HACIAN COLA PARA QUE LES AMANSE),SIN CONOCERME,ME DIJO TRAIGALO NOMAS-SE LO MANDE DESDE 25 DE MAYO UN BAYO ENCERADO CRIOLLO PURO-FLOR DE PINGO ME SACO-CUANDO ME LO ENTREGO ,LE PREGUNTE CUANTO LE DEBIA?,ME DIJO «NADA» EL HONOR FUE MIO..JAMAS OLVIDARE ESE ACTITUD,SIN CONOCERME SE DIO CUENTA QUE LE HABLE CON EL ALMA..NO PAREN MAS LAS VIEJAS PAISANOS COMO JUAN C.MARAÑON…ESTAS COSAS NO SE SABEN
    QUICO VICECONTE-25 DE MAYO-

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Estimado Señor Viceconte: Ha hecho bien usted en mandarme ese recuerdo que tiene guardado en su corazón.Y para que no suceda lo que usted cree, para que por lo menos los que entren en mi página,sepan y valoren la calidad de la gente de nuestro campo, me he permitido agregar su envío al final de mi texto referido al «Mercado de Liniers». Un abrazo.

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  2. Anónimo

    Mi familia pertenece a la historia de este mercado .
    Mi abuelo jose maria Burgos resero del 1925….mi padre..Jorge Evaristo Burgos….trabajo desde los 8 años hasta los 80 …todo un orgullo …

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  3. Monica Burgos

    Mi familia pertenece a la historia de este mercado .
    Mi abuelo jose maria Burgos resero del 1925….mi padre..Jorge Evaristo Burgos….trabajo desde los 8 años hasta los 80 …todo un orgullo …

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