UNA HAZAÑA DE LAS ALAS ARGENTINAS (26/07/1924)

Durante mucho tiempo la vuelta  al  mundo  en  avión  no fue  otra  cosa   que pura  fantasía. A lo sumo, una versión modernizada de la de Julio Verne.

Sin embargo, en 1911 cuando el vuelo mecánico prácticamente estaba aún en sus albores,  los récords de distancia, duración y altura no iban más allá de los 515 km, de las 8 h 12 min y de los 3 100 metros respectivamente, la vuelta al mundo en aeroplano fue el desafío preferido de los círculos aeronáuticos de la época,  pese a estimárselo irrealizable, debido a la imposibilidad de salvar los grandes tramos de vuelo sobre espejos de agua que imponía la prueba.

Cuando técnicos y constructores comenzaron a hacerse cargo del problema, fueron convocados por la primera guerra mundial (1914-1918) y todos los proyectos quedaron guardados.

Restablecida la paz en Europa, el viejo anhelo de dar la vuelta al mundo en aeroplano, volvió a ser considerado. Hasta 1922,  distintos contratiempos habían imposibilitado a suizos, británicos, australianos y estadounidenses, realizar este vuelo de circunvalación y los numerosos fracasos que debieron sufrirse ante la magnitud de los obstáculos naturales y los descomunales esfuerzos a los que debieron someterse hombres y máquinas, amenguó los entusiasmos y prudentemente,  cayó el silencio en torno de la proyectada hazaña.

Pero un voz se alzó en estas tierras, sorprendiendo al mundo entero. El Mayor y Piloto Aviador del Ejército Argentino PEDRO LEANDRO ZANNI, decidido a intentar el vuelo que parecía imposible, anunció que iba a intentar la hazaña y pidió ayuda al Aero Club Argentino para poder hacerse de los medios y materiales que le permitieran lograrla.

El 30 de diciembre  de 1922, una “Comisión Nacional Pro Vuelta al Mundo”, presidida por el barón ANTONIO DE MARCHI se puso al frente del proyecto y dos años después, reunidos  ya $ 570.000, suma que se consideraba suficiente, el mayor ZANNI, el Alférez de Fragata NELSON T. PAGE que había sido seleccionado para que actuara como Navegador y el Técnico Mecánico Aeronáutico FELIPE BELTRAMI se dirigieron a Europa para dar comienzo a esta aventura sin precedentes.

Los permisos para el vuelo y el descenso en los distintos países del itinerario previsto, fueron motivo de una larga y compleja tramitación, pero terminado todo este proceso y el estudio de las cartas de navegación, de los pronósticos meteorológicos, y del plan de reaprovisionamiento entre otros recaudos, ya nada quedaba por hacer para intentar la proeza.

Y el 26 de julio de 1924, el Mayor ZANNI, acompañado por el técnico aeronáutico BELTRAME, utilizando el biplano Fokker C-IV, con motor Napier de 450 hp, bautizado “Ciudad de Buenos Aires”, dan comienzo a su aventura,  partiendo desde Amsterdam (Holanda), dejando en tierra al Alférez Page, que había enfermado de gravedad y que luego tuvo que ser evacuado a su patria.

Luego de recorrer una distancia de 12 435 km. en 22 etapas, empleando 17 días y 87 horas,  25 minutos de tiempo real de vuelo, llegaron a Hanoi, pero al intentar aterrizar en un arrozal, la máquina capotó y quedó totalmente destruida e ilesos . ZINNI y su compañante BELTRAME. .

Aparentemente es el fin de la aventura. Pero no es así. Decididos a continuar el vuelo, solicitaron el envío urgente de otro aparato. Les llegó esta vez, un hidroavión  llamado “Provincia de Buenos Aires, gemelo del “Ciudad de Buenos Aires” y a bordo de éste, el 19 de agosto partieron hacia Japón.

Luego de recorrer 4.730 kilómetros en 34 horas, 25 minutos de tiempo real de vuelo, llegaron a Kasumigaura en Tokio y allí,  las malas condiciones atmosféricas, caracterizadas en esas latitudes y durante esa época del año, con violentos vientos, furiosas tormentas, ventiscas y ganizo, obligan a ZANNI a desistir de continuar el viaje.

Había recorrido en un pequeño aparato monomotor, un  total  17.165 kilómetros en un tiempo real de vuelo de 121 horas 50 minutos, surcando los cielos de  países y ciudades tan remotos como Bagdad, Karachi, India, Calcuta, Indochina.  No cumplió la soñada vuelta al mundo. Sólo pudo hacer la mitad, y eso bastó para consagrarlo como un auténtico prócer de la aeronáutica mundial (ver La Aeronáutica Argentina. Sus orígenes. Sus logros).

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