SAN MARTÍN DEJA EL MANDO EN MANOS DE BOLÍVAR (28/08/1822)

Después de haberse reunido en Guayaquil con el general SIMÓN BOLÍVAR, el general JOSÉ DE SAN MARTÍN le escribe exponiéndole sus opiniones acerca de la misma y del futuro de la empresa que ha quedado  en sus manos.

En una carta que puede considerarse como el «testamento político de SAN MARTÍN, el Libertador, al ver que era imposible seguir cooperando con los proyectos del general venezolano, le escribe diciendo:

«Le escribiré, no sólo con la franqueza de mi carácter, sino también con la exigencia de los altos intereses de la América.  «Los resultados de nuestras entrevistas, continúa diciendo: «no han sido lo que prometían para la pronta terminación de la guerra.

Desgraciadamente yo estoy íntimamente convencido de que, o no ha creído usted mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con la fuerza de mi mando, o que mi persona le es embarazosa» .

«Las razones que me expuso de que su delicadeza no le permitiría jamás el mandarme y que aún en el caso de decidirse por ello, estaba seguro de que el Congreso de Colombia no autorizaría su separación del territorio de la República, no me han parecido bien plausibles».

«La primera se rechaza por si misma. En cuanto a la segunda, estoy persuadido de si manifestase sus deseos, éstos serían acogidos con unánime aprobación, desde que se trata de finalizar con esta campaña, con su cooperación y la de su ejército, la lucha que hemos emprendido y en la que estamos empeñados, y de que el honor de ponerle término, se reflejaría sobre Ud. y sobre la República que preside».

Luego de hacerle ver que estaba equivocado al apreciar en poco al ejército realista y que él se retiraba, dejando su ejército a su disposición, para que termine la grandiosa obra empezada con el objeto de liberar a América del domino de la corona española, termina diciendo:

«Le he hablado con franqueza general, pero los sentimientos que exprimen esta carta, quedarán sepultados en el más profundo silencio, pues, si llegaran a traslucirse, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecer para perjudicarla y los intrigantes y ambiciosos para soplar discordias»

Ratificando sus deseos de éxito, le envía un par de pistolas y un «caballo de paso», diciéndole: «Admita general este recuerdo del primero de sus admiradores, con la expresión de mis sinceros deseos de que tenga usted la gloria de terminar la guerra de la Independencia de la América del Sud» (ver San Martín y la independencia de Perú).

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