RELATO DE UN EXPEDICIONARIO (01/01/1542)

A un  día del mes de enero del año del Señor de 1542, que el gobernador de Asunción, ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA y su gente partió de los pueblos de los indios, fue caminando por tierras de montaña y cañaverales muy espesos, donde la gente pasó harto trabajo, porque hasta los cinco días del mes no hallaron poblado alguno; y demás del trabajo, pasaron mucha hambre y se sostuvo con mucho trabajo abriendo camino por los cañaverales.

En los cañutos de estas cañas había unos gusanos blancos, tan gruesos y largos como un dedo, los cuales la gente freían para comer y salía de ellos tanta manteca que bastaba para freírse muy bien y los comían toda la gente y los tenían por muy buena comida; y de los cañutos de otras cañas sacaban agua que bebían y era muy buena, y se holgaban con ella.

Esto andaban a buscar para comer en todo el camino, por manera que con ello se sustentaron v remediaron su necesidad y hambre por aquel despoblado. En el camino se pasaron dos ríos grandes y muy caudalosos con trabajo; su corriente es al norte.

Otro día, seis de enero, yendo caminando por la tierra adentro sin hallar poblado alguno vinieron a dormir a la ribera de otro río caudaloso de grandes corrientes y de muchos cañaverales donde la gente sacaban de los gusanos de las cañas para su comida, con que se sustentaron; y de allí partió el go­bernador con su gente.

Otro día siguiente fué caminando por tierra muy buena y de buenas aguas y de mucha caza y puer­cos montescos y venados, y se mataban algunos y se repartían entre las gentes: este día pasaron dos ríos pequeños. Plugo a Dios que no adoleció en este tiempo ningún cristiano y todos iban caminando buenos con esperanza de llegar presto a la ciudad de la Asunción donde estaban los españoles que iban a socorrer (ver Las aventuras de Cabeza de Vaca)

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