PROCLAMA DEL VIRREY CISNEROS AL PUEBLO DE BUENOS AIRES (18/05/1810)

Acorralado y sin poder detener la marcha de los acontecimientos que lo estaban llevando al fin de su mandato, el virrey Cisneros se dirige al pueblo de Buenos Aires exhortándolo a mantener la calma».

La actitud del pueblo al conocerse las noticias traídas por el buque inglés «París», la prescindencia que de su persona se hacía y la agitación que reinaba en la ciudad, hicieron comprender al virrey que le sería imposible imponerse al sentimiento nacional de la población, ni resistir los sucesos que ya él, como todo el mundo, tenía por inevitables.

Tratando de salvar las dificultades de la situación, hizo publicar, en hojas sueltas, todas las noticias que habían llegado de la metrópoli y el 18 de mayo expidió una Proclama detallando los desastres ocurridos en la península y el peligro en que se hallaba la nación española de perder su libertad e independencia.

Desesperando de la conservación de la monarquía, invocaba, voluntariamente, el auxilio de un cuerpo deliberante, al que debían concurrir los representantes de la ciudad y de las provincias del virreinato, para establecer una representación de la soberanía del señor FERNANDO VII.

La proclama terminaba, después de encarecer la unión y recomendar el orden, con las siguientes sugestivas palabras: «Aprovechaos, si queréis ser felices, de los consejos de vuestro jefe». «El pueblo, ha dicho el general Mitre, «quería ser feliz, pero siguiendo a otros consejos que los del virrey».

Aquel mismo día, después de conocida la proclama, MANUEL BELGRANO y CORNELIO SAAVEDRA se presentaron al Alcalde de primer voto, JUAN JOSÉ LEZICA, nativo del país, invitándole a que, sin demora alguna, se celebrase un Cabildo abierto a fin de que, reunido el pueblo en asamblea general, acordase si debía cesar el virrey en el mando y si era llegado el momento de erigir una Junta que mejorase la suerte del pueblo.

El alcalde Lezica mostróse poco propicio a seguir las insinuaciones de los dos patricios; pero la energía de BELGRANO acabó por convencerle y quedó en manifestar al virrey los deseos del pueblo, siempre que le acompañase el síndico procurador y oráculo del Cabildo, el doctor JULIÁN LEIVA.

Los dos patricios no tuvieron inconveniente en acceder a esta condición, pues contaban ya con la solidaridad de Leiva, a quien habían inclinado hacia el partido popular los consejos y las incitaciones de su íntimo amigo JUAN JOSÉ CASTELLI (ver La Histórica Semana de Mayo de 1810)

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