PRIMERA EXPORTACIÓN DE CARNE SECA DESDE BUENOS AIRES (1603)

En 1602 por medio de una cédula real, se autoriza la exportación de carne seca a los puertos del Brasil, Guinea y otras islas circunvecinas.

En virtud de esta ordenanza, en 1603 partió desde el puerto de Buenos Aires la primera exportación de carnes hacia Brasil, Guinea y puertos aledaños. El producto era cecina y el volumen de exportación reducido (ver El Comercio Exterior Argentino. Sus comienzos)..

En 1655 concluirá este comercio de carne ya que el producto «carne» carece de todo valor en estas tierras y sólo sirve para alimentar aves de rapiña o perros cimarrones. 1771: Un particular le propone al rey de España, la formación de una compañía encargada del comercio de carnes saladas entre Buenos Aires y ese reino.

En 1776 el Cabildo de Buenos Aires se reúne para tratar las posibilidades de la industria del salado y a tal efecto, le pide opinión a los hacendados y comerciantes.

Éstos le expresan sus dudas de que sea una buena idea, considerando los riesgos que ofrece esa empresa y las dificultades que para la compra de sal a bajo precio que se presenta-rían, veredicto que paralizó el intento.

En 1778 el virrey VÉRTIZ envía una verdadera expedición militar a Salinas Grandes a fin de reemplazar la sal carísima que venía desde Cádiz. El virrey Loreto estimula luego esas expediciones, pero esa región ofrece un producto de mala calidad, pero descubren que la proveniente de Patagones es, en cambio, de óptima calidad. Pero también fracasan estos intentos.

En 1787, FRANCISCO MEDINA, comerciante español, radicado en Buenos Aires, funda el primer saladero organizado del Río la Plata. Adquiere para ello una estancia en la región del Colla, cerca de Colonia de Sacramento, e instala un saladero de envergadura que funciona normalmente hasta que en 1788 se produce su muerte.

Ese mismo año, el poeta JOSÉ DE LAVARDÉN, se hace cargo del saladero del fallecido Medina. En 1798, un incendio destruye totalmente el establecimiento de Lavardén, pero ya habían comenzado a funcionar otros similares en la margen oriental del Río de la Plata. Las demandas que llegan desde La Habana y el Brasil, estimula el desarrollo de esta industria en territorio oriental  (ver Los saladeros).

En 1810 ROBERT STAPLES y JOHN MAC NEIL establecen en el primer saladero en el territorio de la provincia de Buenos Aires.

La Junta Provisional surgida en mayo de ese año, les ofrece importantes apoyos y lo instalan en Ensenada de Barragán con técnicas y personal traídos desde Europa,

Los socios en este emprendimiento, que marca el inicio de la industria saladeríl y por ende, la actividad industrial en la República Argentina, son dos comerciantes ingleses radicados en el país y a ellos se debe que por franquicias otorgadas en octubre de 1812, se realice la primera exportación de «tasajo» al extranjero (ver  Exportaciones desde el Río de la Plata)

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