PRESENTES Y AUSENTES EN EL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO (22/05/1810)

Según  referencias de la época, parece difícil que el Cabildo hubiera podido albergar a tantos ciudadanos, como fueron los que a partir del 23 de mayo de 1810, aseguraron haber estado en el famoso Cabildo Abierto del 22 de mayo.

Porque ya instalada la Primera Junta de Gobierno, muchos declaraban enfáticamente haber sido agraciados con una de las famosas esquelas de invitación, preparadas el 20 de mayo en la imprenta de los Niños Ex­pósitos, la única imprenta, por otra parte, de la ciudad.

Se imprimieron 600 tarjetas,  pero el día 21, el Cabildo seleccionó solamente a 450 vecinos que considreaba respetables y por la tarde—a la oración como se decía entonces— se inició el reparto. No todos los invitados asistieron al Cabildo y algunas de las excusas que se dieron, después de los históricos acontecimientos vividos, resultan un poco  absurdas.

Hubo quienes, como el señor DÍAZ DE VIVAR, que temerosos del frío y la humedad, se quedaron en sus casas y si bien concurrieron al día siguiente para solidarizarse con lo actuado,  ya era tarde. Otros, como el escribano de la Curia don GERVASIO ANTONIO DE POSADAS, alegaron estar muy ocupados.

En cuanto al doctor BENITO GONZÁLEZ RIVADAVIA, se excuso dando un argumento más comprensible, pues explicó que, por prescripción médica debía ingerir a las ocho de la mañana cierta bebida purgan­te cuyos efectos duran hasta el mediodía y que sólo le permitía salir por la tarde, razón, por demás  enojosa, que le impidió asistir.

Se escucharon además en Buenos Aires, argumentos menos inocentes. Vecinos peninsulares aseguraban que como habían visto gente armada circulaba por los alrededores de la plaza el 22 de mayo, capitaneados por los jóvenes FRENCH y BERUTI, temiendo agresiones (que no se concretaron), aunque estaban invitados no asistieron.

Excusa que después les permitió impugnar lo resuelto en esa reunión, aduciendo que el Cabildo así convocado, había carecido de representatividad , que los Patricios tenían esquelas que repartían sólo entre sus amigos y que, considerando que en Buenos Aires, viven “3.000 vecinos de distinción”, 450 invitaciones eran muy pocas.

Los Cabildantes
Dieciséis funcionarios públicos, que revistaban en el Tribunal de Cuentas, la Renta del Tabaco y la Aduana asistieron al Cabildo. A ellos se les debe agregar cuatro miembros del Consulado de Comercio, cuyo secretario era el doctor MANUEL BELGRANO, siete integrantes de la Real Audiencia de Buenos Aires, incluido su relator interino, el doctor MARIANMO MORENO, trece Alcaldes de Bsrrio de la ciudad y dos Alcaldes de Hermandad.

Veintisiete eclesiásticos (frailes betlemitas, dominicos, mercedarios y franciscanos), que encabezadsos por el Obispo de Buenos Aires, acudieron en representación de la Iglesia porteña;  el Rector del Colegio de San Carlos, canónigos y miembros del Cabildo Eclesiástico, los curas párrocos de las Iglesias de La Concepción, San Nicolás, Monserrat, quienes junto a varios simples presbíteros, testimoniaron el interés de este gremio por los asuntos públicos.

Los diecisiete abogados autorizados a ejercer su profesión en el virreinato, cuyos voceros fueron los doctores JUAN JOSÉ CASTELLI  y JUAN JOSÉ PASO. Tres escribanos, el licenciado VICENTE LÓPEZ Y PLANES y cuatro médicos representaron a los profesionales porteños.

En cuanto a los comerciantes, actividad predominante y respetada, se sabe que estuvieron presentes 59 de ellos a los que deben sumarse 21 que acudieron como simples vecinos y 15 que debido a lo avanzado de la hora, no especificaron su actividad ante el Ecribano que constató las presencias, entre los que se hallaban el doctor HIPÓLITO VIEYTES, ANTONIO LUIS BERUTI y DOMINGO FRENCH.

Algunos peninsulares, que calificaban de “chusma ignorante” a todo aquel que no había nacido en la “Madre Patria”, criticaron la admisión de artesanos y pulperos —registrados como pequeños comerciantes— en las delibe­raciones. Ignoraban quizás, que en Buenos Aires las diferencias sociales no eran tan estrictas como en otros países de Europa.

Otro grupo nutrido fue el de los militares. Revistaron en él, viejos veteranos de las campañas del virrey Cevallos contra los portugueses, como el teniente coronel ALONSO DE QUESADA y jóvenes que se distinguieron en las recientes invasiones de los inglese. La gran mayoría adhirió a los novedosos conceptos de CORNELIO  DE SAAVEDRA, quien con tres oficiales de la Marina, completaban la representación de las fuerzas armadas.

Fueron entonces  quizás algo más de 250 los Cabildantes que el 22 de mayo de 1810, por mérito de sus trayectorias, actividades, cultura y sensiblidad social, representaron a los 50.000 habitantes de Buenos Aires y su campaña (ver Cabildo Abierto del 22 de mayo)

(extraído de un ejemplar de la Gaceta de la Historia sin fecha)

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