PAPEL MONEDA Y OTROS VALORES FIDUCIARIOS EN LA ARGENTINA

Desde su aparición, hace 27 siglos, la moneda formó parte de la vida cotidiana de pueblos y países, reflejando su prosperidad, sus penurias, sus costumbres, sus memorias y sus leyendas.

Desde 1810 y hasta que se creó la Casa de la Moneda en 1880, existían en estos  territorios tres casas de moneda con un protagonismo regional destacado: en el noroeste del país, la provincia de La Rioja fue la única que acuñó moneda de oro y de plata; en el centro, la provincia de Córdoba labró monedas de plata, y en el litoral ribereño, la provincia de Buenos Aires innovó, poniendo en circulación, monedas de cobre.

En julio de 1813 la Asamblea General Constituyente del Año XIII decretó un empréstito forzoso con el objeto de construir y armar la marina de guerra. Según este mandato los capitalistas debían anticipar la suma de quinientos mil pesos por vía de préstamo. A cada prestamista se le entregaba un pagaré con el sello del Estado y firmado por el gobierno.

Después de dos meses, los pagarés serían admitidos en pagos de deudas y luego de seis se recibirían como si se tratara de dinero efectivo. Al año cumplido, debían pagarse a la vista. “Esta ley es notable…porque contiene el verdadero germen de una moneda de papel, o papel moneda, y fue el embrión de la circulación fiduciaria que juega un papel tan importante y tan interesante en la evolución argentina”.

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Nuestros primeros billetes
Entre nosotros, los primeros billetes vieron la luz el 12 de setiembre de 1822, impresos por decisión del Banco de Buenos Ayres o Banco o Descuentos (primer Banco de la Argentina), que encargó el diseño al artista francés JOSÉ ROUSSEAU y eligió a la imprenta de don PEDRO PONCE para la confección final de los siete mil ejemplares proyectados.

Estampados a mano, los billetes tenían de nominación de 20, 50, 100, 200, 500 y 1.000  pesos fuertes, con la siguiente paridad fijada en 1812: «una onza de oro equivalía a 17 pesos fuertes o de plata, de a 8 reales cada uno”. ROUSSEAU cobró doscientos pesos por su trabajo y PONCE trescientos cincuenta.

Llegan los billetes ingleses
No obstante, esos billetes impresos por PONCE, serían provisorios, porque el Banco consideraba conveniente imprimir los definitivos en Gran Bretaña, que por entonces contaba con los mayores adelantos en la materia.

Con este propósito, se firmó un contrato con la compañía inglesa “Henckell y Du Buisson”  y los nuevos billetes de papel moneda porteño, comenzaron a llegar a Buenos Aires en julio de 1823. Eran de diseño sobrio: “en lo alto y en el centro, un pequeño escudo argentino; el texto, en letras góticas y cursivas, muy al estilo de los billetes europeos de entonces.  Los ejemplares tenían valores de 1, 5, 10, 21, 50, 100, 150, 500 y 1.000 pesos fuertes.

Otros valores fiduciarios
Y esa es la historia de nuestros billetes. Sin embargo, como sucede con muchas otras cosas, siempre hay  pequeños senderos que van señalando el camino, porque hay  varios antepasados de aquellos primeros billetes.

Uno de ellos es producto de la iniciativa del Virrey SANTIAGO DE LINIERS, quien en 1808 intentó aliviar las penurias de las cuentas públicas emitiendo «vales patrióticos», que no prosperaron por el hábito difundido de utilizar valores «metálicos». Claro que la fuerza de las costumbres no podía alterar el problema: la fragilidad de las finanzas del estado.

Tan es así que las guerras de la Independencia y su influencia sobre la economía fueron agravando la cuestión, hasta que comenzaron a darse las condiciones propicias para que se aceptara algún sucedáneo fiduciario.

Nacieron así los «pagarés sellados» del empréstito forzoso de 1813, resuelto por la Asamblea General Constituyente para que se saldasen las deudas con el estado y se pagasen los derechos aduaneros.

Con idéntico fin, aparecieron después los «villetes amortizables» (sic), creados por el Directorio en 1817, y el «papel moneda» o «papel denominado dinero efectivo», emitido por el Gobierno en 1819 para que fuese aceptado en la Aduana y las “Tesorerías Fiscales”,  siendo totalmente voluntaria su validez entre los particulares.

El último paso en esta «prehistoria” de  nuestros primeros billetes lo da la Provincia de Buenos Aires en 1820, cuando al ser disueltas las autoridades nacionales,  resuelve expedir, a través de su Ministerio de Hacienda, una “papel billete o amortizable” (sic), para utilizar en la  Aduana, en denominaciones de 5, 10, 20, 40, 50 y 100 pesos. fuertes.

Los cafés emiten moneda
Digamos que la cantidad de billetes emitidos  entre 1822 y 1823 por el “Banco de Descuento” no fue suficiente para paliar la escasez de papel moneda que soportaba la gente.

Esto causó una seria disputa entre el Banco y el Gobierno de Buenos Aires, cuando la situación se complicó  aún más, en los años subsiguientes, cuando el problema adquirió extrema gravedad,  especialmente por la falta de valores  muy pequeños. La escasez de circulante llegó a provocar que  se recurriera a la utilización de fichas, contraseñas y billetes propios,  que imprimían  los dueños de cafés y comercios en general, obligados a ello, porque no podían atender los requerimientos de sus parroquianos y clientes, por falta de circulante

Recién en 1881 hubo una moneda nacional.
En 200 años de historia, la Argentina tuvo muchos cambios económicos y varias devaluaciones. Pero, curiosamente, sólo cambió 5 veces de moneda de curso legal.

El primer signo monetario fue el “Peso Moneda Nacional” (m$n), creado en 1881, durante la presidencia de JULIO ARGENTINO ROCA, por medio de la Ley Nº  1.130 (sancionada el 5 de noviembre de 1881), con el fin de crear una moneda común para todo el territorio y unificar el sistema monetario, hasta ese momento bastante caótico: circulaban pesos fuertes, pesos corrientes, reales y hasta pesos bolivianos.

Para poder emitir el primer signo monetario común a todo el país, en 1880 se había creado la “Casa de la Moneda de la Nación”  que fue la encargada de importar una tecnología moderna de origen francés que permitió emitir, a partir del 14 de febrero de 1881, los primeros billetes impresos en el país . Desde entonces, todas las emisiones monetarias se harán a través de esa “Casa de la Moneda de la Nación”, creada en 1880 (ver La Casa de Moneda en la Argentina).

En 1897 se sancionó la Ley N° 3.505 que autorizó a la Caja de Conversión (aún no existía el Banco Central) a modificar los billetes y poner una imagen de la «Efigie del Progreso» en lugar de los retratos de los presidentes y funcionarios de los últimos gobiernos.

Estos billetes estuvieron en circulación hasta 1942, cuando el Banco Central (creado en 1935) decidió emitir sus primeros billetes propios. Pero todavía no se trataba de billetes totalmente hechos en el país, ya que la provisión de papel especial y las planchas de metal grabadas con las ilustraciones alegóricas o de retratos de próceres argentinos, continuaban elaborándose en Europa.

Las cinco monedas de curso legal en Argentina

El “Peso Moneda Nacional” (1881)  El Peso moneda nacional ($ m/n), tuvo larga vida, ya que perduró hasta el 31 de diciembre de 1969. Sobrevivió a dos guerras mundiales, a la década infame y a la “Revolución Libertadora”. Pero no por eso, dejó de sufrir cambios, algunos muy curiosos. En el año 1942, “La Casa de la Moneda Argentina”, incorpora a sus talleres las primeras máquinas calcográficas e imprime billetes grabados en acero, que se realizan en Inglaterra, sobre papel húmedo. La impresión se efectúa a un solo color.

El “Peso Ley” (1970). El 1° de enero de 1970 hubo un cambio drástico en el país: apareció el “Peso Ley 18.188”  ($ Ley) y se mantuvo vigente hasta 1983. La unidad equivalía a 100 pesos de los pesos moneda nacional (100 “mangos” o una “gamba” según la jerga popular).

Este nuevo signo monetario vino a reemplazar al “Peso moneda nacional” y el cambio golpeó duramente los bolsillos de los argentinos: El “Peso Ley” subsistió hasta 1983. La inflación lo fue devorando, hasta que en 1982, llegó a emitirse un billete de 1.000.000 de pesos ley. En ese momento se decidió cambiar nuevamente la moneda y se creó el “Peso Argentino”.

El Peso Argentino (1983) Mediante el Decreto Nº 22.707, del 6 de enero de 1983, durante la presidencia de facto de REYNALDO BIGNONE, se creó el “Peso Argentino” ($a), que entró en vigencia el 1º de junio de ese año. Otro duro golpe para el bolsillo de la gente: cada Peso Argentino equivalía a 10.000 pesos ley y marco un nuevo récord, pero esta vez de fugacidad. Fue la moneda nacional que tuvo vida más corta: no llegó a permanecer dos años en los bolsillos de los argentinos y fue reemplazada por el “Austral”..

El “Austral”. (1985).  El 15 de junio de 1985, el Peso Argentino fue reemplazado por el Austral (A), que llevó el nombre del plan económico diseñado por JUAN VITAL SOURROUILLE, ministro de Economía durante la presidencia de RAÚL ALFONSÍN.

El Austral  se convirtió en la moneda de curso legal el 14 de junio de 1985, cuando Alfonsín firmó el Decreto 1093 que ponía en marcha el Plan Austral, que buscó contener la inflación. Cada austral equivalía a 1.000 pesos argentinos (o a  mil millones de Pesos Moneda Nacional).

Al principio, el Plan Austral parecía exitoso. Pero hacia 1986 la nueva moneda comenzó a perder valor frente al dólar y nunca más se recuperó. En 1989 el Austral se depreció 5.000% anual con respecto al dólar. Y hasta se emitieron billetes de 500.000 australes y monedas de 1.000 australes.

El “Peso” (1992). En 1992, el Austral fue reemplazado por el “Peso” ($).El Decreto del Poder Ejecutivo N° 2.128 del 10 de octubre de 1991 dispuso la puesta en vigencia del “Peso” ($), que entró en circulación  a partir del 1 de enero de 1992, Cuando entró en vigencia, cada “Peso” equivalía a 10.000 australes, su valor estaba a la par con el dólar y los billetes llevaban la leyenda “convertibles de curso legal”.

La “convertibilidad” duró 10 años. Luego vino la devaluación. Y las cuasimonedas (el Patacón, el Lecop, entre otros, eliminadas en 2003). Pero el mismo Peso sigue siendo la moneda de curso legal hasta hoy (2016).

 Este tema fue desarrollado utilizando material oportunamente publicado por Candelaria de la Sota y Rodolfo Gaspar y datos contenidos en “Billetes de la República Argentina 1890-2001” de Roberto A. Bottero, 2002 e «Historia del papel moneda Argentino», de Arnaldo  J. Canietti Ferrando).

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