LOS MANEJOS DE LORD STRANGFORD (1813)

Lord STRANGFORD, mientras se desempeñaba como embajador del Reino Unido en Río de Janeiro, realizó una intensa, aunque no siempre bien vista actividad, para favorece el comercio de las Provincias Unidas con Gran Bretaña..

A principio del siglo XIX, fue sorprendente la creciente actividad de la clase mercantil inglesa en Buenos Aires. Es evidente que para ello, los británicos necesitaban contar con cierta seguridad para sus personas y bienes y la obtenían por parte de las autoridades locales por un lado y por otro, de los órganos de poder de Gran Bretaña.

A pesar de que la comunidad inglesa contaba con un cónsul que representara sus intereses, el no reconocido oficialmente ROBERT STAPLES, la figura de Lord STRANGFORD era decisiva.

Según versiones, cuando, a principios de 1813, STAPLES volvió a Londres se le pagaron 1.200 libras por sus servicios y se le nombró Agente del Tesoro, encargado de adquirir metálico en el Plata «¡como era tan abundante!».

Pero ROBERT STEWARD CASTLEREAGH, ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido,  se negó a «darle carácter oficial» a este nombramiento. Por lo tanto, el vínculo diplomático de estas tierras con el reino de Gran Bretaña, seguía siendo el embajador inglés en Río.

STRANGFORD sabía cómo interponer sus influencias como consejero confidencial de los gobiernos patriotas ante la Corte portuguesa y los realistas instalados de Montevideo y hasta facilitó los viajes de los primeros emisarios revolucionarios al Brasil y a Londres.

Además, en varias ocasiones enseñó a los comandantes navales de Inglaterra a cumplir estrictamente con su deber. Recordemos el molesto caso del comandante ELLIOT.

Este funcionario que había reemplazado al comandante FABIÁN como oficial de mayor jerarquía en el área sudamericana y cediendo ante las instancias de ELÍO, cooperó en el bloqueo de Buenos Aires, prohibiendo la entrada de buques británicos a este puerto.

El episodio provocó la ira de STRANGFORD que solicitó la ayuda del almirante de COURCY, comandante en jefe de las fuerzas navales del área y poco después se acordó el levantamiento del bloqueo y el relevo de ELLIOT.

STRANGFORD se manejaba con extrema habilidad para mantener una relación amistosa con todas las partes interesadas de la compleja política rioplatense.

Pero la situación de la corona inglesa era difícil. Un tratado bilateral lo obligaba a España y su interés económico lo vinculaba con estas tierras. STRANGFORD entonces, como alguien apuntó irónicamente «intentó mantener ignorante a su mano derecha de lo que hacía su mano izquierda».

En octubre de 1812, STRANGFORD ofreció la mediación de Gran Bretaña para llegar a un acuerdo con España, pero la propuesta fue rechazada. Pensaba entonces que no era favorable para estos territorios una total independencia.

En nota del 13 de setiembre de 1813, llegó a afirmar que América obtendrá «solamente una independencia nominal, y después de prolongadas guerras intestinas y discordias civiles, la dejará sacrificada o a sus propios ciudadanos facciosos y turbulentos o a las iras ambiciosas de potencias extranjeras».

El augurio por cierto no era prometedor. La revolución de octubre, la convocatoria a Asamblea y la posterior acción de ésta indicaron que se trataba de erradicar definitivamente la anterior política vacilante y que finalmente, se intentaría una separación definitiva de la metrópoli.

Por lo tanto, cabe la pregunta: ¿Qué pensaba Lord STRANGFORD?. Hubo quienes aseguraron que se hallaba muy preocupado por los sucesos que alteraron la política conciliatoria del Primer Triunvirato, lo que sumado al sentimiento hostil hacia Gran Bretaña que creía percibir e imaginaba instigado por el cónsul norteamericano POINSETT, podrían echar por tierra todos sus esfuerzos para manejar los hilos de nuestra economía, en beneficio de su amada patria (ver El comercio de las Provincias Unidas con Gran Bretaña).

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