LAS BOLEADORAS

Las boleadoras son unas bolas de piedra unidas con tientos retorcidos o trenzados que se arrojan a gran distancia para voltear animales o como arma de combate cuerpo a cuerpo (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino).

Los primeros en usar las boleadoras fueron los aborígenes tehuelches y patagones y luego los araucanos, cuando cruzaron la cordillera y araucanizaron la pampa. El gaucho, pronto las adoptó y se hizo muy diestro, tanto en una como en la otra actividad. Las primeras que comenzaron a usarse eran de una sola bola: una piedra redonda retobada o provista de un surco que la circunvalaba (A), por donde se la ceñía con un largo tiento de aproximadamente un metro de largo.

Se la conocía como “bola loca” y lanzándola con fuerza, se lograba llegar a gran distancia para golpear al objetivo. Luego llegaron las de dos o tres bolas de piedra forradas con cuero fresco sin curtir y sujetas por ramales de cuero retorcido o tientos trenzados, de unos dos metros de longitud cada uno (B) y las hubo hasta de marfil adornado con guarniciones de plata y oro, con retobos calados y calzadas con plata.

A las de tres bolas, se las llamaba “las tres Marías” y servían para bolear (derribar) potros chúcaros y vacunos. Las de dos bolas, mucho más livianas, las usaban para cazar ñanduces, gamos y guanacos, y las llamaban “ñanduceras”.

En las excursiones de caza, se llevaban varias de ellas en la cintura (C) o en bandolera (D), atadas con nudos que se desprendían fácilmente, o se las llevaba  bajo el pellón o en la cabecera de los bastos (E), para armar más firmemente el recado y servir como afianzamiento para las rodillas del jinete.

En la pelea cuerpo a cuerpo, era una mortífera arma de combate y se las usaba atando el extremo del tiento a la muñeca o manteniéndolo firmemente aferrado entre los dedos del pie, dejando la bola libre para golpear al adversario (F).

Parece probable que las boleadoras hayan ingresado con el hombre americano, desde el Norte de Asia y que la honda de los Incas, usada para la guerra, así como la de los aztecas (Tematlatl), haya sido un derivado de la maza de volea y de la bola perdida.  Que la usasen los esquimales (Inuit) ya nos habla de un ámbito geográfico bien distante al nuestro, no obstante hay registros en el Sur de Chile de 10.000 años a.C. De lo que no quedan dudas, es de que antes del ingreso del caballo, las usadas para cazar llamas, guanacos, ñanduces eran menor tamaño (.http://viajes.elpais.com.uy/2016/11/29/boleando-la-historia/)

Sin olvidarnos los innumerables casos de conquistadores españoles que fueron boleados y muertos por los aborígenes, recordemos un hecho en el que las boleadoras trajeron graves consecuencias para nuestra Historia. Ocurrió el 10 de mayo de 1831, cuando el General PAZ, Gobernador de la provincia de Córdoba, cayó prisionero en manos de ESTANISLAO LÓPEZ, luego de que su caballo fuera boleado en Villa Concepción del Tío (noroeste de la provincia de Córdoba), por un tal CEBALLOS, perteneciente a las montoneras de los hermanos Reynafé (ver Una boleada histórica).

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