PRIMERA TENTATIVA DE REBELIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA (1580)

En el año 1580, algunos conquistadores de Córdoba, de acuerdo con los criollos paraguayos, tuvieron intenciones de independizarse de España y aunque la rebelión no tuvo efectos, constituye un muy lejano y valiente grito de independencia de los criollos.

Sabido es que la conquista de las provincias guaraníticas fue realizada por los españoles muchos años antes que realizaran la del Tucumán. Cuando GERÓNIMO LUIS DE CABRERA  fundó Córdoba, ya hacía medio siglo que los españoles que entraron por el Río de la Plata, se habían instalado sólida y prósperamente en el Paraguay.

Pero aquí,  procedieron con más prudencia e inteligencia que la empleada en la conquista del Imperio Incásico, pues habían aprendido que no era conveniente destruir una poderosa organización político-social, como lo habían hecho con los incas, sino que era más conveniente a sus intereses, solamente ocupar los territorios conquistados y explotarlos, utilizando el trabajo de los aborígenes, sin destruirlos.

De esta nueva estrategia resultó un rápido acrecentamiento de la población indígena, que fue mestizada con el aporte de los españoles. Las industrias, la agricultura y la cría de ganado europeo, tomaron muy pronto un incremento tal, que el Paraguay llegó a ser en poco tiempo, la más poderosa colonia española de Sudamérica.

Fue lógico entonces que desde allí, salieran entre otras, las expediciones que fundaron Santa Fe en 1573 y Buenos Aires en 1580, acontecimientos que fueron posibles por el aporte preponde­rante de los mestizos hispano-guaraníes.

Cuando SEBASTIÁN GABOTO llegó a fines de mayo de 1527 a la desembocadura del Carcarañá, tuvo la sorpresa de encontrar allí un español que vivía entre los indígenas como caudillo.

Se trataba de un náufrago de la expedición de JUAN DÍAZ DE SOLÍS y sus servicios le fueron sumamente útiles a GABOTO, no solamente como intérprete, sino como guía, pues en esos años de su estada en las márgenes del Paraná, había aprendido mucho sobre este paraíso americano.

Fué este español quien facilitó a GABOTO la fundación de un  fuerte  en dicho lugar, el famoso “Sancti Spíritu”, y su viaje hacia el Paraguay. Pero lo que mejor hizo este náufrago, fue facilitar las buenas relaciones  de los españoles con los indígenas.

Recordemos ahora  que GABOTO, a cuya expedición se le unió después DIEGO GARCÍA con tres navíos, se estableció con su gente en el Paraguay en 1527 y que en 1537, en ese mismo lugar, se fundó la ciudad de Asunción, poblándola con los hombres y mujeres de la expedición de PEDRO DE MENDOZA, que quedaron vivos después de que Buenos Aires, fuera destruída por los nativos.

Y fueron estos hombres, los que junto a los españoles que venían con GABOTO y GARCÍA, .sumando entre todos, varios centenares, quienes se instalan en la nación «Caria», de la fuerte, inteligente y noble raza guaraní.

De acuerdo con sus posibilidades, estos hombres tomaron por costumbre amancebarse con varias mujeres a la vez (nativas o españolas) y el que tuvo menos, tuvo cuatro esposas, mientras que otros,  pasaban de la docena. Por esta nueva costumbre, inspirados quizás por las prácticas sugeridas por el Islam, comenzaron a llamar «el paraíso de Mahoma  a ese poblamiento («Historia de la Nación Argentina”, Enrique de Gandía, Editado por la Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1939).

En 1542 llegaron grandes refuerzos de españoles a la Asunción. Venían  por tierra, desde las costas del Brasil y los comanda ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA. Les había servido de guía en las selvas y de mediador con los indígenas, aquel famoso y novelesco ENRIQUE MONTES, náufrago también de SOLÍS, que ejercía de verdadero soberano en esas tierras de América y costas del Brasil.

En 1544 ÁLVAR NÚÑEZ ABEZA DE VACA quiso imponer legislación española en el «Paraíso de Mahoma» y por ello se produjo allí un conato de sublevación, donde exhaltados criollos, al grito de «libertad»,  exigían  derechos igualitarios a los de los españoles, alzamiento que quizás sea el primer síntoma, que servirá de precedente al levantamiento al  que queremos referirnos.

No hubo cambios, después de estas “protestas, rápidamente satisfechas”,  en el régimen de vida de los ya numerosos comuneros paraguayos. Siguieron con su paradisiaca existencia mantenidos por sus fieles aliados los «carios». Era muy natural entonces que aquellos centenares de españoles y sus descendientes, al cabo de algunos años, se hubieran multiplicado hasta alcanzar millares de mestizos criollos, nada pacientes, sanguíneos y activos.

En 1564 ORTÍZ DE VERGARA escribió en un informe: “Son hombres de bien que no conviene llamarles mestizos, sino del nombre que ellos se precian, que es “montañeses”.

Son todos muy buenos hombres, pero bravos, de a caballo y de a pie, porque sin calcetes ni zapatos los crían que son como unos robles, diestros en sus garrotes, lindos arcabuceros por cabo, ingeniosos y curiosos y osados en la guerra y aún en la paz”.

En la misma época, Diego Pantojas escribía; «Gentes muy dispuestas para la guerra porque son grandes arcabuceros, bue­nos peones ygente de cavallo, muy diestros en hazer todas las armas necesarias para la guerra, ecepto cotas. Hasta el punto de que los arcabuces, espadas, dagas y lanzas de su manufactura se podrían tener en España por buenas”.

El gran incremento de los criollos paraguayos no dejó de producir alarma en algunos centros del poder español. Así vemos como el sacerdote MARTÍN GONZÁLEZ escribe en un informe:

“Arvierto a Vuestra Señoría por el descargo de mi conciencia que si los mestizos que ay en la asunción no se desparcen y se hazen pueblos con ellos, etc.¿ etc., se han de levantar y matar los españoles y a sus padres y si se levantan a de ser gran daño para las provincias comarcanas porque ya saben el camino y los chiriguanos de las sierras son sus tios, etc.”. Y, efectivamente, la presión de esta caldera era ya inaguantable y era necesario darle escape».

Fueron varias entonces las tentativas que se realizaron para llegar, a través de la selva, hasta el Imperio de los Incas, de cuya grandeza y abundancia de oro tenían noticias los del Paraguay, aventuras que permitieron descomprimir la tensión social en Asunción. Recién en la cuarta expedición tuvieron éxito y cuando llegaron, ellos que vivían tan aislados en su «Paraíso de Mahoma», se enteraron, con varios años de atraso, de que Pizarro ya había conquistado el Perú,

Después de otras expediciones y fundaciones de poblados, en 1573, salieron de Asunción y fundaron la Ciudad de Santa Fe, justamente en la misma época que GERÓNIMO LUIS DE CABRERA fundaba para el Tucumán, su puerto de San Luis en el  Paraná, sobre las ruinas mismas del fuerte erigido por GABOTO.

El memorial sobre Santa Fe dice: «Van un hidalgo que se dize JUAN DE GARAY con nueve españoles y los demás a cumplimiento de ochenta mancebos ¡y bien mancebos! nascidos en esta tierra».

Con la misma gente fundó GARAY la Ciudad de Buenos Aires en el año 1580, al mando también de criollos paraguayos. Pero aquí ya figuran también nietos de los primeros ancestros españoles.

Dado el estado de efervesencia que caracterizaba la existencia de estas comunidades, bien alimentadas e identificadas con los nativos, no es de extrañar entonces  que en 1580 se produjera un hecho revolucionario, cuyos detalles, pueden leerse en el expediente 4 del legajo 4 de la Escribanía 1ª de Córdoba, del  año 1580 y siguientes, que trata acerca de un pleito por una Encomienda de Indios de Córdoba, donde aparece agregada una copia expedida en Charcas, del juicio de rehabilitación de uno de los feudatarios de Córdoba, llamado Juan Pérez Montañez.(1).

En dicha copia que es muy extensa, figura la acusación fiscal por la  “tentativa criminal de alzarse y amotinarse contra el servicio de su Magestad”, diciendo:

“…  agora de tres a quatro meses a esta parte los dichos Gonzalo de Abrego (2) y Diego de Rubira (era su lugarteniente en Córdoba) yntimo e fiel amigo suyo perseverantes en su mal propósito trataron e acordaron de valerse y ayudarse de ciertos vezinos de la ciudad de Santa Fe del Paraguay o Río de la Plata, etc….» para el dicho efeto escrivieron a un Albaro de Benialbo, Diego de Leyva, Domingo Romero, Pedro Gallego, Rodrigo de Mosquera, e otros sus consortes, hombres velicosos y desasogados e causas principales de la dicha ciudad dé Santa Fe, con quienes antes lo avian tratado y comunicado y carteadose sobre ello.. .»

«… y despacharon con sus cartas para los susodichos a la dicha ciudad de Santa Fe al dicho Diego Ruiz e a Pedro de Villalba, que avian venido de la ciudad de Santa Fe a tomar la dicha horden del dicho G9 de Abreg o y Diego de Rubira les escribieron que llegados que fuesfen los dichos Diego Ruiz y Pedro de Villalba desarmasen a los españoles y juntasen trescientos arcabuzes y las mas gentes que pudiesen con todas armas y se alsasen y rebelasen contra el servicio de Su Magestad con la dicha ciudad y prendiesen a Juan de Garay, teniente de General de aquella gobernación e Alonso de Vera e Aragón y demás justicias e les embiase aviso dello porque sabido les embiarian socorro y lo llevarían y con lo que aliase hiziese, darían luego sobre el Piru y los harían luego señores de las Indias…».

“ …. y asi llegados que fueron a la dicha ciudad de Santa Fe los dichos Diego Ruiz y Pedro de Villalta,  la misma noche que llegaron que fue treinta de mayo desde año aviendoles dado  las dichas cartas todos los susodichos …. hizieron junta de gente con armas y caballos y: arcabuzes y por horden del dicho Gonzalo de Abrego y Diego de Rubira se alzaron y rebelaron en la dicha ciudad de Santa Fe y prendieron las justicias yal dicho Alonso deVera, cantando libertad e diziendo que todo era suyo e nombraron Capitan General y Justicia Mayor e:oficiales de guerra».

No creemos que puedan tener una doble interpretación estos notables acontecimientos. Habrán sido falsos o no los del Tucumán.

El hecho real y efectivo, es que este levantamiento constituye un muy lejano y valiente grito de independencia de los criollos. No era una mera calaverada. Si el Capitán General que nombraron, el español Arévalo, no los hubiese traicionado después, estos criollos habrían dominado en toda la cuenca del Río de la Plata, con su reducto inexpugnable en el Paraguay. Eran estos criollos muchos miles y estaban apoyados por los indígenas y no les faltarían nunca los recursos de subsistencia, ni caballos, ni armas.

(1). Persona obligada a pagarle  un feudo (cánon)  a los señores feudales por la explotación de la tierra, con parte de sus cosechas (2) Será Gonzalo de Abreu, gobernador del Tucumán en esa fecha?)

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