JUSTICIA PARA UN JUSTICIERO (27/01/1923)

El teniente coronel HÉCTOR BENIGNO VARELA, considerado uno de los mayores responsables de los fusilamientos de obreros en la Patagonia, murió víctima de un atentado.

A partir de 1920, la Patagonia fue escenario de protestas obreras que el ejército reprimió con dureza. El saldo fue de unos 1.500 trabajadores muertos. El jefe de las fuerzas represoras era el coronel VARELA, a quien los obreros apodaron «el fusilador de la Patagonia» (ver La Patagonia en llamas).

En esta fecha, en Buenos Aires, el anarquista alemán KURT WILCKENS esperó a Varela a la salida de su casa y le arrojó una bomba. Las esquirlas los hirieron a los dos pero WILCKENS mató a VARELA de un disparo de pistola.

Después fue condenado a 17 años de prisión. Más tarde, la organización pro-fascista «Liga Patriótica Argentina» planeó la venganza. Uno de sus miembros, JORGE PÉREZ MILLÁN TEMPERLEY, entró disfrazado de guardiacárcel a Caseros, donde estaba WILCKENS y lo mató de un disparo.

Más tarde, PÉREZ MILLÁN se hizo pasar por loco y fue llevado al Hospicio de Las Mercedes. Estas noticias llegaron a la prisión de Ushuaia donde el anarquista BORIS WLADIMIROVICH cumplía una condena por razones políticas.

WLADIMIROVICH puso en marcha entonces otra venganza. Fingiéndose demente consiguió ser trasladado al Hospicio de las Mercedes, pero no pudo acceder al pabellón de enfermos de buena posición económica donde se encontraba PÉREZ MILLÁN. Entonces, se puso de acuerdo con un mucamo, un ex  sargento de Gendarmería, quien mató a Millán de un disparo, en noviembre de 1925 y así se cerró este círculo de odios, crueldad y venganzas.

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