EL HOTEL DE FAUNCH EN BUENOS AIRES (16/05/1827)

El 16 de mayo de 1827, el Hotel de Faunch, se traslada a su nueva ubicación a la calle Catedral (hoy San Martín) número 38, de la ciudad de Buenos Aires

El más famoso Hotel que tuvo Buenos Aires en la mitad del siglo XIX, el Hotel De Faunch, había sido inaugurado en 1817 por los ingleses JAMES Y MARY FAUNCH y desde entonces era el establecimiento más prestigioso de la ciudad.

El nuevo edificio tenía dos pisos y las habitaciones ubicadas en la planta alta daban a un patio central que se comunicaba con la calle. Aunque no tenía el lujo de los hoteles de París o Londres, era el lugar preferido por los viajeros de cierta categoría. Algunos huéspedes manifestaron que sus cuartos eran demasiado pequeños y que abundaban las hormigas, que también tenían su alojamiento en los cuartos.

Sin embargo, el mobiliario era suntuoso para la época, las habitaciones estaban alfombradas y casi todas contaban con chimeneas. Había tres baños con agua fría y caliente, sillas, mesas y camas de caoba, mesas de billar y un gran salón de recepción que se utilizaba como sala de conciertos. Los viajeros también dejaron constancia de la pulcritud del hotel y la buena calidad del servicio.

La opinión general coincidía en que la comida era excelente, con abundancia de pescado, carne y piezas de caza, buen vino y variedad de frutas.

En 1824 un huésped pagaba 40 dólares por mes por el alojamiento y la comida. Por entonces vivían en Buenos Aires alrededor de 3.500 ingleses, casi todos comerciantes, y la mayoría de los médicos eran de origen británico o norteamericano.

Para las fiestas importantes de la colectividad española, como el cumpleaños del rey, se celebraban grandes banquetes y casi todos se realizaban en el Hotel de Faunch.

El salón se adornaba con banderas inglesas y la gente comía a la luz de los candelabros mientras escuchaba a importantes orquestas. Muchos personajes se alojaron en el hotel, entre ellos, mademoiselle ISABEL PICHEGRÚ, una francesa que se cree fue la amante del general Belgrano y que se dice, mataba el aburrimiento disparando escopetazos contra las palomas de la plaza.

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