EL FARO QUERANDÍ

.Esta torre rayada construida en 1922 es el símbolo de la Reserva Natural Faro Querandí, que aspira ahora a elevar su rango al de Parque Nacional.

Sería una manera, dicen quienes apoyan y defienden el proyecto, de asegurar la conservación de ese particular ecosistemas, una lengua de costa de 21 kilómetros al sur de Mar Azul en la que, a primera vista, todo parece ser sólo arena y mar, pero que esconde mucho más: un verdadero mundo, casi único, de especies vegetales y animales.

Son 5757 hectáreas que hoy pertenecen a la municipalidad de Villa Gesell (que, en 1996, la declaró reserva natural) de dunas costeras, uno de los últimos ecosistemas de médanos vivos (es decir, sin construcciones ni vegetación impuesta que los arraigue, y que, por su mismo movimiento mantiene «en forma» a la playa e impide que se achique, un problema que enfrentan casi todas las ciudades balnearias argentinas).

Hay también allí bañados y pastizales pampeanos, una importante reserva de agua dulce, y una variedad de plantas y animales típicos, como la lagartija de las dunas y la monjita dominicana (en riesgo de extinción), además de otras 150 especies de aves más, lo que la convierte en un paraíso para los avistadores de aves, un factor de atracción para el ecoturismo (ver Faros argentinos).

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