COMBATE NAVAL DE JUNCAL (09/02/1827)

Durante la guerra con Brasil, sobre las costas del río Uruguay, a una legua de la isla de Juncal, el almirante GUILLERMO BROWN obtiene una brillante victoria sobre las fuerzas brasileñas comandadas por el almirante JACINTO ROQUE DE SENA PEREYRA.

Un año después de iniciado el bloqueo del puerto de Buenos Aires por la escuadra brasileña, se produce este nuevo choque entre la marina argentina y la brasileña y en el cual, el almirante BROWN, no sólo derrota por completo a la tercera división de la armada imperial, sino que también incorpora todos sus barcos a su propia flota y obliga a la flota brasileña a retirarse de la rada de Buenos Aires, abandonando las posiciones desde las que podía impedir las comunicaciones y el abastecimiento desde Buenos Aires hacia el Ejército de Alvear, en campaña en territorio brasileño.

El almirante DE SENNA PEREIRA, comandante en jefe de la escuadra brasileña que operaba en el Río de la Plata, estando surta en Paysandú (Banda Oriental), dando por terminada su misión, en vista de haberse marchado hacia Río Grande el ejército imperial, el 30 de diciembre de 1826, al mando de la tercera división de la armada imperial, compuesta de 17 buques, se internó en el río Uruguay, colocándose en posición que le permitía establecer contacto con el comandante MARIATH, jefe de otra división naval brasileña, que se mantenía frente a Colonia del Sacramento.

BROWN se propuso cortarle el paso primero y rendirla después, a cuyo efecto salió de balizas el 26 de enero, dirigiéndose hacia Martín García. Iban bajo su mando el bergantín “Balcarce”, las goletas “Sarandi”, “Maldonado”, “Guanaco”, “Unión” y “Pepa” y la zumaca “Uruguay”, mandadas respectivamente, por DRUMOND, SEGUÍ, COE, SILVA, GRANVILLE, SHANNON y MASÓN. A una legua de la isla de Juncal alcanzó a la escuadra brasileña y ambas flotas comenzaron entonces un recio cañoneo, pero un fuerte viento pampero puso fin al combate, obligando a los adversarios a maniobrar y a fondear a corta distancia uno del otro.

El resultado de estas acciones, interrumpidas por la borrasca, había quedado sin decisión a favor ni de uno ni de otro y al día siguiente, bajo un cielo oscuro y tormentoso se renovó la batalla con mayor ímpetu. Reiniciado el cañoneo, el 9 de febrero, los barcos brasileños de menor porte, se desconcertados por la confusión que les produjo un grosero error en el manejo de las banderolas de señales y quedaron, a pesar de sus esfuerzos, alejados de las acciones.

Tres veces durante el combate el almirante SENNA PEREIRA intentó rehacer sus líneas, pero fracasó, hasta que al fin, disgustado por la torpeza de sus oficiales, renunció a dirigir la acción de conjunto y se lanzó a la lucha barco a barco.

Enseguida, el encuentro se transformó en un reñido y sangriento entrevero que se prolongó por espacio de cuatro horas. La goleta “Sarandí”, barco insignia del almirante BROWN, eficazmente secundada por las cañoneras, atacó una tras otra a varias unidades menores y coronó la jornada con la captura de tres de ellas, mientras las demás se desbandaban en la mayor confusión, hasta que finalmente, la nave capitana enemiga, el bergantín de catorce cañones, “Januario”, fue tomada al abordaje, cayendo sucesivamente en poder de los argentinos las goletas “Batioca”, “Oriental” y “Veteoba”, de ocho, once y cuatro cañones, respectivamente, más un queche-hospital.

El resto de los buques de la escuadra brasileña  emprendió la fuga con escasa fortuna, pues tres de ellos, el “7 de Marzo”, el “Itapoca” y el “Libertad”, encallaron, siendo incendiados por sus propios tripulantes. Otros se entregaron a los entrerrianos en Gualeguaychú y dos se escaparon por el brazo llamado Gutiérrez, quedando prisioneros gran número de jefes y oficiales, entre ellos SENA PEREYRA, quien herido por un golpe de metralla, entregó su espada a FRANCISCO SEGUÍ, héroe de la jornada.

Esta victoria quebrantó grandemente al enemigo, pues de los 17 buques que había empeñado en esta acción, 12 fueron apresados y 3 incendiados, lo que le permitió a BROWN reforzarse poderosamente, dotándose con nuevas unidades de combate. Fueron tomados 352 prisioneros (sin contar 400 hombres que quedaron libres en Entre Ríos, pues las autoridades provinciales se negaron a entregarlos) y finalmente, la escuadra brasileña fue desalojada definitivamente de las posiciones desde las que podían impedir las comunicaciones y el abastecimiento desde Buenos Aires hacia el Ejército de Alvear, en campaña en territorio brasileño (ver Guerra de Argentina con Brasil).

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