COMBATE EN LAS SALINAS DE PASTOS GRANDES (14/01/1869)

Protagonizando uno de los últimos actos de la “rebelión de los colorados”, el coronel PEDRO CORVALÁN venció a las fuerzas del montonero catamarqueño FELIPE VARELA en el combate de Salinas de Pastos Grandes, en la provincia de Salta, quien continúa en su fuga hacia Chile.

El caudillo catamarqueño FELIPE VARELA refugiado en Potosí, luego de haber sido derrotado en Jáchal y en Yaví Chico, insiste en sus reclamos al gobierno porteño a quien acusa de no respetar la Constitución y el 1º de enero de 1868 redacta su famoso “Manifiesto a los Pueblos Americanos, sobre los acontecimientos Políticos de la República Argentina, en los años de 1866 y 67”, donde resalta sus embestidas contra el centralismo del gobierno instalado en Buenos Aires.

Ya había dejado la presidencia BARTOLOMÉ MITRE, contra quien había lanzado su llamada “rebelión de los colorados” y ahora DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO era el Presidente, quien, alarmado por este renacer revolucionario y alertado por un informe que aseguraba la inminente entrada del caudillo al frente de una poderosa fuerza por la frontera norte, a través la provincia de Salta, dispone que el coronel PEDRO CORVALÁN se posicione con su tropa en cercanías de Pastos Grandes, una localidad de esa provincia y que el teniente coronel JULIO ARGENTINO ROCA al mando de efectivos que serían enviados desde Jujuy y Salta, acuda como refuerzo a ese lugar.

El 14 de enero de 1869 FELIPE VARELA con sus fuerzas llega a las Salinas de Pastos Grandes y se traba en combate con las fuerzas nacionales. Pero nada pudo hacer y pronto debió comprender que todo había acabado. Deja cinco de sus milicianos muertos, 54 de ellos prisioneros y se dio a la fuga.

“Pudo escapar con muy pocos hombres, gracias a sus buenas cabalgaduras, en dirección a Antofagasta”. Apenas un puñado de sus mejores oficiales, el coronel RODRÍGUEZ y el mayor QUIROGA, entre otros, lo acompañarán hasta el final de sus días, en tierra extranjera.

Al cruzar la Cordillera de los Andes rumbo a Chile para evitar una muerte segura, FELIPE VARELA pasa hambre y miseria, mientras su enfermedad lo va consumiendo de a poco. Diez días antes de su muerte, acaecida en junio de 1870, escribe una carta dirigida a su esposa y a su hijo Javier desde Copiapó. “Nada puedo mandar; dispénsenme, estoy pobre, no se agravien conmigo”, les suplica (ver La rebelión de los colorados)..

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