CASTAÑEDA. FRANCISCO DE PAULA

1820, fue un año de gran conmoción en el país y fue entonces cuando  se  vio surgir en Buenos Aires,  una prensa violentameníe combativa, cuyo máximo exponente, fue sin duda, el sacerdote franciscano fray FRANCISCO DE PAULA DE CASTAÑEDA.

El padre CASTAÑEDA. nació en Buenos Aires en 1776. Siguió estudios en el convento de San Francisco de dicha ciudad, y se ordenó luego como sacerdote en Córdoba, en cuya universidad ocupó una cátedra de filosofía. Vuelto a la Capital, fundó una escuela de dibujo, e inició su actuación en la prensa, donde descolló como el más valiente y fecundo de los escritores y críticos  políticos. de su tiempo. Esta actuación le valió ser sometido a juicio por el gobierno de MARTÍN RODRÍGUEZ, y sus artículos  contenidos en los periódicos “La verdad Desnuda” y La Guardia vendida por el Centinela”, fueron declarados «agraviantes y ofensivos a los respetos debidos a la Honorable Junta de Representantes y al Exmo. Gobierno de la Provincia, e incendiarios y subversivos del orden público”.

Condenado a cuatro años de destierro en Patagones, evadió la captura refugiándose en Montevideo. De allí pasó a la provincia de Santa Fe, donde fundó una escuela y un pueblo conocido hoy como “Rincón de San José”, donde reanudó su actividad periodística, con el apoyo del gobernador ESTANISLAO LÓPEZ. Fueron algunas de sus publicaciones «Despertador teofilantrópico  mistico-politico, “Amonestaciones”, “La matrona comentadora de los cuatro periodistas”, “Eu nao me meto con ninguem”, “Desengañador gauchi-político-federi-montonero”, “Guardia vendida”, “Doña maría retazos y derechos del hombre”. Sus últimos periódicos fueron Buenos Aires Cautiva”, donde atacó al gobierno de BERNARDINO RLVADAVIA, y “Vete portugués, que aquí no es”, que escribió con motivo de la guerra contra el Brasil. Falleció en Paraná el 12 de marzo de 1832. En ese mismo año sus restos fueron trasladados a Buenos Aires donde, al se inhumados,  se cele­braron en su homenaje solemnes funerales, dispuestos el gobernador JUAN MANUEL DE ROSAS.

El historiador ADOLFO SALDÍAS, biógrafo de este singular personaje, ha definido su personalidad y su obra diciendo: «Fue un precursor esforzado del periodismo combativo, una actividad que  él elevó a la categoría de” poder de Estado”.  Su vida fue un combate continuo, y en ese combate conquistó lauros que enaltecen su memoria. Como escritor era el más valiente y fecundo de su época, sin excluir al mismo JUAN CRUZ VARELA, y como hombre,  fue un valiente patriota y un filántropo.

Sus producciones, que reunidas formarían algunos gruesos volúmenes, dejan mucho que desear, bajo el  punto de vista del estilo: tosco e incorrecto en general, y recargadisimo de vocablos de ocasión, de expresiones que, si nacían con felicidad en medio del ardor de la polémica, no por eso dejaban de afear el conjunto. En descargo de estos deslices literarios, cuya importancia era mucho menor que el éxito que alcanzaban sus escritos, debe tenerse presente que el padre Castañeda alimentaba él solo,  hasta ocho periódicos a la vez, sin contar sus hojas sueltas, versos y manifiestos extraordinarios, y que su afición los hacía casi diarios.

Cada uno de esos periódicos tenia por objeto contestar a otros tantos adversarios que le salían al encuentro para herirlo, para ridiculizarlo, pero sin poder vencerlo jamás. Siempre tenia en su mente material preparado suficiente para publicar en veinte periódicos, por si fuera el caso probable de que se aliaran contra él otros veinte escritores con el fin de tomar por asalto su barricada, a la cual no pudieron llegar ni los halagos, ni los ofrecimientos del gobierno conmovido por sus críticas”(ver Diarios, Periódicos y Revistas).

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