ASESINATO DEL TENIENTE CORONEL SEQUEIRA (17/01/1820)

El 17 de enero de 1820, fue asesinado el jefe del 1º Batallón de Cazadores de Los Andes, el teniente coronel SEVERO GARCÍA DE SEQUEIRA y tres de sus oficiales, valerosos defensores del gobernador JOSÉ IGNACIO DE LA ROZA ante el ataque sedicioso que había encabezado su cuñado, el capitán MARIANO MENDIZÁBA, secundado por FRANCISCO DEL CERRO, y MANUEL MORILLO, para derrocarlo y proclamar la autonomía de San Juan.

El Primer Batallón del Regimiento “Cazadores de los Andes” cuerpo que combatiera gloriosamente en la campaña libertadora de Chile, se sublevó en San Juan, arrastrado por las banderías de partido, el 17 de enero de 1820, derribando del gobierno de la provincia, a JOSÉ IGNACIO DE LA ROZA, gran colaborador de San Martín, aunque resistido por los sanjuaninos.

Los sediciosos, rápidamente lograron apoderarse de todos los oficiales no comprometidos en el motín, y los pusieron en prisión, junto con el comandante GARCÍA DE SEQUEIRA, el mayor LUCIO SALVADORES y los capitanes BOSSO, FUENTES y BENAVENTE que les habían hecho frente, en defensa del gobernador.

El teniente coronel GARCÍA DE SEQUEIRA y los compañeros que habían intentado enfrentarlos, una vez que fueron tomados prisioneros por los revolucionarios, fueron alejados de San Juan con el pretexto de ser remitidos a disposición del Director Supremo del Estado, pero al llegar a un lugar solitario en Aguango, en el paraje llamado Valle Fértil, a 60 leguas de San Juan, fueron bárbaramente asesinados por un piquete al mando del sargento CATALINO BIENDICHO.

El historiador HUDSON, testigo de aquellos sucesos, ha descrito las horrorosas escenas que culminaron con este asesinato, diciendo: “El infame sargento Catalino Biendicho (comisionado por el capitán Mendizábal para ultimar a García de Sequeira y sus valientes compañeros) y los soldados, descargaron sus sables sobre ese reducido grupo de cinco personas desarmadas, con un furor y saña superior a la de los más feroces caníbales.

Tanto GARCÍA DE SEQUEIRA, como SALVADORES, BOSSO, FUENTES y BENAVENTE, arremetieron contra a sus verdugos, tratando de arrebatarles los sables para armarse todos y acabar con ellos. Vano fue el intento. GARCÍA DE SEQUEIRA habiendo recibido muchas y mortales heridas como sus compañeros, murió, animando a sostener esa desigual lucha exclamando “… ¡lo que siento, carajo, lo que me enciende el alma de furor, es no morir a manos de un godo!…” (ver Asesinatos políticos en el pasado argentino)

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